El Delfín Mark Haddon
¿Pude dejar a un lado esa maravilla que es El curioso incidente del perro a medianoche, y navegar en El Delfín, por un segundo?
¿Pude empezar el viaje con la historia de Angelica, hija condenada y extinguida por quien la alimenta, y acabar con la de Marina, escapando de la traición y el veneno? ¿Pude soñar, porque era así de difícil creer durante el camino, viendo como desfilaban reyes y reinas, senescales, marineros, alcahuetas, sacerdotisas y esclavas a la antigua y a la moderna?
Desde luego que pude. ¿Y qué fue lo que me hizo disfrutar a bordo de esta nave?
No sabía hacia dónde me dirigía, cómo sería el trayecto ni que me iba a encontrar al llegar. Lo que sí sabía es que es que la ruta estaba diseñada por Mark Haddon y que la magia de su única aventura vivida hasta la fecha, la de Christopher John Francis Boone, la conservaba en la memoria de las lecturas deliciosas.
Este giro de 180º ha sido totalmente inesperado. Dormir en tierra firme y despertar en la tumba acuosa de un océano imaginario. En una realidad con escenas de fantasía. Un cambio de rumbo, regresar a Pericles y aunque no sea tan evidente, también a La Tempestad. Porque hay príncipes y princesas desposeídas de toda nobleza, reyes y reinas negadas de fácil victoria en un romance fantástico. De ellas casi me había olvidado.
Y estas páginas me las han devuelto. He recordado las historias en las que braman los demonios, susurra el viento con una furia desatada, la marea resucita en las costas, y los actores, espíritus de persuasión, se salvan por la esperanza que la desesperanza les otorga. Y que en el dolor y en la pena, que en esta novela aflora sin arrepentimiento, son liberados de sus heridas, pero no de la culpa ni del castigo.
No puedo explicar demasiado sin desvelar el enigma. Haré como Darius, haré como Pericles al conocer el secreto de Antíoco y su hija. Seré sutil.
Angelica es hija de una tragedia. Vive escondida en un palacio moderno, comprimida, convertida en la hoja de una navaja, en una araña tejiendo el mundo a su alrededor, expuesta únicamente a la extrema crueldad. Criada por la locura disfrazada de amor, torturada por los celos revestidos de protección. Un día Darius la encuentra, la mira, lo ve. Y Darius escapa, y huyendo rehúye el peligro que teme. Y es en ese momento que todo cambia y entra en escena el príncipe de Tiro iniciando su particular odisea, llevado a Tarso, arrastrado hasta Pentápolis y de vuelta “a casa” hasta completar el plan. Herido, dolorido, mudo, ausente y exhausto.
In hac spe vivo
No os dejéis engañar por la memoria, esta aventura no tiene héroes, sino heroínas que optan por depender de su propia invisibilidad. Son amas de sus destinos, capitanas de sus almas. Y son solo ellas las que, en cierta manera, permanecerán invictas.
¿Eres de carne y hueso? ¿Te late el corazón? ¿No eres ningún fantasma?
(De Pericles de W. Shakespeare, según lo que recuerdo)
Otras reseñas de libros
Comentarios publicados
Tiempo hacía que no os visitaba amig@s! Y como siempre, una buena reseña para empezar el día con buen pie!!!
Montecristo